Asesina

- Pues al final no ha sido tan difícil, - piensa ella. - Para ser la primera vez, no me ha costado tanto. Me gustó ver la mirada de terror e incomprensión en sus ojos. Mejor, de incredulidad. Seguro que todavía estará preguntándose por qué, allá arriba en el cielo, ja ja ja.. A ver si allí se lo puede explicar alguien, porque sino, lo lleva un poco chungo. Si; definitivamente, esto me gusta.

Eran las 11 de la noche de un lunes cualquiera, y ella estaba subiendo por una rampa que ascendía de la playa. Un poco más abajo, en la oscuridad, había un bulto en el suelo, inmóvil. Era una chica, su primera víctima. Una sonrisa se iluminó en su rostro. ¡Lo había conseguido!. Siguió caminando hacia el centro, despreocupada.

- Qué mirada me echó, madre mía. Todavía no sé cómo describirla. Fascinante, eso seguro. ¿Qué dirán mañana en el periódico? "Joven mujer asesinada en la playa", o quizás "Un asesino anda suelto". Seguro que al principio piensan que fue un hombre. Empezarán a buscar a ex novios, amigos, conocidos de la chica... Me temo que lo tendrán más que difícil para dar conmigo.

Se metió la mano en el bolsillo de la cazadora. Sí, allí estaban los guantes. Llevaba todo el pelo engominado hacia atrás, atado en una larga trenza, y dudaba mucho que se le hubiera caído un sólo pelo. Todavía tenía presente la conferencia a la que había asistido en la Facultad de Derecho sobre las posibilidades que abrían los descubrimientos genéticos al la hora de determinar la paternidad, y especialmente, a la hora de descubrir a un asesino. Con tan sólo un cabello humano, un trozo de piel bajo las uñas de la víctima, o una gota de sangre, se podía llegar a saber, con un 99% de probabilidad, quién era el culpable. El renombrado Proyecto Genoma Humano facilitaba mucho las cosas, pero por mucho que avanzaran, siempre se necesitaba el material con el cual comparar, y ¿cómo iban a poder comparar con algo suyo, si jamás tendrían la oportunidad de relacionarla con las víctimas?.

A pesar de todo, ella tenía pensado jugar con la poli un buen rato. No la iban a coger por sorpresa: sólo cuando ella se hubiera divertido lo suficiente cometería un error fatal que los llevaría hasta ella. Un error fatal, pero calculado. Todo calculado. Y se reiría en sus narices. Cruzó el Paseo y se internó en las calles del centro. Iba sin rumbo fijo, pero sus pasos le llevaban como sin querer a la Plaza de España. Allí había una parada de taxis, y más tarde o más temprano tendría que coger uno para ir a casa. A esas horas, ya habría perdido el último autobús. Sin embargo, siguió caminando un rato más. Iba concentrada en sus pensamientos, y no le apetecía nada joderlos con un acto tan mundano como meterse en un taxi y ser transportada por un chofer alquilado, pagarle, y salir del taxi. No, mejor caminar un rato más.

- La pobre criatura no tuvo oportunidad de alcanzarme con sus uñas. Di tú que no las tenía muy largas, más bien cortas, pero con un poco de fuerza me podía haber arrancado un poco de piel. De todos modos, estos polis de aquí no creo que tuvieran el equipo suficiente como para sacar ventaja de ello, aunque nunca se sabe. Tengo ganas de averiguar de una vez por todas con qué medios cuentan nuestras fuerzas de seguridad. Si son comparables a los de los que vemos en las películas americanas o se parecen tanto como un huevo a una castaña, como diría mi madre. Si esto lo hubiera hecho algún americano, o mejor, algún italo-americano, afro-americano, greco-americano o lo-que-sea-americano, seguro que lo pillaban en poco tiempo. Por eso tengo tantas ganas de probar a comparar la ficción con la realidad. Considero que tengo una mente del todo racional y lógica; hasta mis pensamientos son bastante ordenados, así que ¿por qué no voy a poder convertirme en la asesina perfecta?, esto es un juego, y acabo de tirar el dado...

- Me apetece seguir por aquí en mi mundo un tiempo más. Es una pena que para sobrevivir en el mundo real tenga que desenchufarme del mío momentáneamente, para comunicarme con el resto de los mortales. Sí, los mortales. Qué bien les va esa palabra. Ahora me siento como Dios, yo elijo quién muere, y quién no. Tú sí, tú no. Tú sí, tú no. Ahora te jodes y mueres. Cuánto poder siento en mis dedos, y eso que son pequeños.

Era ya cerca de la una de la mañana cuando decidió coger por fin ese taxi. Caminó sin prisa de vuelta por donde había venido, y de nuevo llegó al punto de partida, a pocos metros de donde había perdido su virginidad mental. Pero ahora ya nada era tan tranquilo. Había dos coches de la policía con las sirenas luminosas haciendo barridos por la calle, y una ambulancia medio subida en la acera del muro. Varios polis en uniforme estaban agachados por la zona vallada con una banda de franjas blancas y rojas, y ya unos hombres vestidos de blanco subían una camilla por la rampa, transportando un cuerpo tapado con una sábana que se teñía de rojo desde el centro hacia afuera. Por las horas, la policía no tenía que dedicarse a quitarse de encima a los curiosos, ni tuvieron que poner vallas separadoras, así que no hubo ocasión de mezclarse en el gentío y observar los movimientos de la poli como uno más. Esto le disgustó profundamente, porque le divertía la idea de estar tan cerca de ellos sin que ellos se dieran cuenta jamás. Mirarles las caras preocupadas, no demasiado insolentemente, por supuesto, pero sí ver sus expresiones, oir quizá sus comentarios y sus suposiciones. Definitivamente, el próximo tendría que ser a una hora en la que los curiosos se pudieran apretujar contra las vallas para ver mejor. O mejor, que el cadáver tuviera que ser descubierto a una hora determinada, a plena luz del día, y a poder ser que lo viera el mayor número de personas posible. Le gustaba el espectáculo.

Siguió caminando como si nada, mirando hacia la poli como haría cualquier persona normal y corriente, sin detenerse más de lo necesario. Los agentes parecían demasiado ocupados como para ocuparse de una insignificante peatona que circulaba normalmente por la acera de enfrente del lugar de autos. Probablemente, ni siquiera la habían visto.

Una fila de taxis esperaba clientes en torno a la Plaza de España, y ella montó en el primero. Más de una vez al montar en un taxi había recordado la historia que contara una vez en clase aquel fantástico profesor de Derecho Penal: un chico y una chica montan en un taxi y el chico le da instrucciones al taxista de que los lleve a un determinado descampado. Por el camino, el chico viola a la chica, que a la sazón no sabemos si era su novia, su amiga, u una simple conocida, y cuando termina la faena, ya en el descampado, le dice al taxista: "¿Tú no?", a lo que el taxista responde bajando del coche, entrando en la parte trasera, y violando a su vez a la ya muy golpeada y desgarrada chica.

- Ahora, en vez de sentir un cierto temor hacia los taxistas, siento una fuerza en mi interior que me hace reírme de mis anteriores miedos. La mejor defensa es el ataque, y mi adrenalina está tan por encima de la media en estos momentos, que a la mínima dejaría KO a este currante del volante. Mirándolo bien, no es más que un vejete que trata de ganarse el pan conduciendo un taxi por las noches, llevando a borrachines y gente trasnochadora a sus casas cuando, o bien se les ha pasado la hora del bus, o están demasiado mal para conducir sus propios coches (o es que no saben dónde los aparcaron), o son tan pijos que encuentran más CHIC viajar en taxi a todas partes que conducir un coche por ellos mismos. Aj!! Qué horror, Quizás mi próxima vícitma sea un taxista... Llegaron a su destino y ella se apeó del taxi tras pagarle. Un robo, por cierto. El taxi se alejó rápidamente. No había un alma, sólo un coche rojo se acercaba.. Ella calculó que le daba tiempo a cruzar. El coche aceleró.

¡Oh, Dios mío!. De pronto estaba mirando al cielo estrellado. No sentía dolor. Lo vio todo rojo, y más tarde negro. Negro. Oscuridad. ...
- Pues al final no ha sido tan difícil, - piensa el conductor del coche.
- Para ser la primera vez, no me ha costado tanto. Me gustó ver la mirada de terror e incomprensión en sus ojos. Mejor, de incredulidad. Seguro que todavía estará preguntándose por qué, allá arriba en el cielo, ja ja ja.. A ver si allí se lo puede explicar alguien, porque sino, lo lleva un poco chungo. Si; definitivamente, esto me gusta.


Shelob